¿Es saludable comer queso?

Conoce las propiedades nutricionales y beneficios reales
El queso es uno de esos alimentos que despierta pasiones: desde un trozo de queso curado con pan crujiente hasta una porción cremosa que se derrite en la boca.
Pero más allá del placer gastronómico, muchos se preguntan: ¿es realmente saludable comer queso? Vamos a analizar sus propiedades, beneficios y algunos matices importantes para disfrutarlo de forma consciente.
Propiedades nutricionales del queso: mucho más que calcio
El queso no solo es una excelente fuente de calcio, fundamental para la salud ósea, sino que también aporta proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales esenciales. Entre sus nutrientes más destacados encontramos:
Proteínas completas: aportan todos los aminoácidos esenciales para el organismo.
Grasas saludables: especialmente en quesos elaborados con leche de animales alimentados en pasto.
Vitaminas liposolubles: como la A, D y K2, esenciales para la visión, el sistema inmune y la fijación del calcio.
Minerales clave: fósforo, zinc y magnesio.
¿Un dato curioso? En quesos madurados como el Parmigiano Reggiano o el Manchego, la lactosa prácticamente desaparece durante la fermentación, lo que los hace más digestivos para personas con intolerancia leve.
Beneficios reales de incluir queso en la dieta
El queso también es un alimento con un perfil nutricional que puede aportar ventajas concretas a tu salud. Cuando se consume en porciones moderadas y se eligen variedades de calidad, el queso ofrece beneficios que van mucho más allá del calcio.
Protege y fortalece huesos y dientes
Gracias a su alta concentración de calcio, fósforo y vitamina D (presente sobre todo en quesos de leche entera), el queso contribuye a la formación y mantenimiento de una estructura ósea sólida. En adultos, ayuda a prevenir la osteoporosis, y en niños, favorece un correcto desarrollo óseo y dental.
Favorece la salud muscular y la recuperación
Las proteínas del queso, de alto valor biológico, contienen todos los aminoácidos esenciales que necesita el organismo. Son ideales para mantener la masa muscular, acelerar la recuperación tras el ejercicio y apoyar el rendimiento físico.
Apoya el sistema cardiovascular (cuando es de calidad)
Ciertos quesos elaborados con leche de animales de pastoreo contienen ácidos grasos beneficiosos como el omega-3 y el CLA (ácido linoleico conjugado). Estos compuestos se asocian a un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y a una mejor regulación del colesterol.
Mejora la salud intestinal
Algunos quesos fermentados, como el gouda madurado o el cheddar envejecido, contienen bacterias probióticas que pueden favorecer el equilibrio de la microbiota intestinal, mejorando la digestión y la absorción de nutrientes.
Fuente de energía sostenida
La combinación natural de grasas y proteínas en el queso ayuda a mantener estables los niveles de glucosa en sangre, evitando picos y caídas bruscas de energía. Esto lo convierte en un tentempié saciante y nutritivo.
Contribuye al aporte de vitaminas clave
El queso es una buena fuente de vitaminas liposolubles como la vitamina A (vista, piel y sistema inmune), la vitamina D (absorción de calcio) y la K2 (fijación del calcio en los huesos), presentes sobre todo en variedades elaboradas con leche entera y de pastoreo.
¿Y las grasas y la sal? El equilibrio es la clave
Aunque el queso tiene muchos beneficios, también es un alimento concentrado en grasas y sodio. Esto no significa que haya que evitarlo, sino que es importante:
Elegir quesos con menor contenido en sal si hay hipertensión.
Moderar las porciones (unos 30-40 g por ración son suficientes).
Alternar entre variedades frescas y curadas para equilibrar nutrientes.
Consejos para disfrutar el queso de forma saludable
Antes de llenar la nevera con cualquier queso del supermercado, conviene detenerse un momento. No todos los quesos son iguales: su origen, tipo de leche, tiempo de maduración e incluso la alimentación del animal marcan una gran diferencia en sabor, calidad y beneficios para tu salud.
Si quieres que el queso sea un verdadero aliado en tu dieta, no basta con que te guste su textura o aroma: hay factores clave que pueden convertir una porción en un aporte nutritivo… o en una bomba de sal y grasas de baja calidad.
Aquí tienes algunos consejos prácticos para que, la próxima vez que compres queso, tu elección sea un acierto para el paladar y para tu bienestar:
Elige calidad antes que cantidad: quesos artesanales, sin aditivos innecesarios y con leche de buena procedencia.
Acompáñalo de alimentos frescos: frutas, verduras o pan integral.
Varía las texturas y tipos: alterna entre quesos frescos, semicurados y curados para obtener diferentes beneficios.
Placer y salud pueden ir de la mano
Entonces, ¿es saludable comer queso? Sí, siempre que se consuma con equilibrio y se elijan opciones de calidad. El queso no solo aporta nutrientes esenciales, sino también cultura, tradición y un placer difícil de sustituir.
Como en tantas cosas, la clave está en disfrutarlo con consciencia.
Preguntas frecuentes sobre el consumo de queso
¿Es saludable comer queso todos los días?
Sí, siempre que se consuma en cantidades moderadas y como parte de una dieta equilibrada. Una porción de unos 30-40 gramos al día es suficiente para obtener sus beneficios sin exceder el aporte de grasas y sal.
¿Qué tipo de queso es más saludable?
Los quesos frescos, como el queso fresco de cabra o la ricotta, suelen tener menos grasas y sal. Los quesos de leche cruda de animales de pastoreo también aportan nutrientes valiosos como omega-3 y vitamina K2.
¿El queso engorda?
El queso es un alimento calórico, pero no es necesariamente un enemigo del peso. Consumido con moderación y en el marco de una dieta saludable, puede ser parte de un estilo de vida equilibrado.
¿Las personas con intolerancia a la lactosa pueden comer queso?
Depende del tipo de queso. Los quesos curados y madurados, como el Parmigiano Reggiano o el Manchego, tienen muy poca lactosa, lo que los hace más tolerables para muchas personas con intolerancia leve.
¿El queso aumenta el colesterol?
Algunos quesos son ricos en grasas saturadas, pero estudios recientes muestran que no todos los productos lácteos afectan al colesterol de la misma forma. El tipo de grasa y la calidad de la leche son factores clave.